La extracción de los terceros molares, comúnmente conocidos como muelas del juicio, puede derivar en algunos casos (se estima que en un 6%) en infecciones postoperatorias que, a pesar de no ser graves si se tratan convenientemente, afectan a la calidad de vida de los pacientes con molestias, dolor e inflamación local.
En un principio, pueden confundirse las simples molestias de cualquier postoperatorio con lo que puede ser un inicio de infección. Por ello, ante cualquier molestia continuada y creciente es imprescindible visitar a nuestro especialista y que nos realice una completa anamnesis que derive en un buen diagnóstico.
De igual manera, existe una serie de hábitos que pueden acrecentar una posible infección. El más lógico y habitual es una incorrecta higiene bucal, puesto que los microorganismos y su proliferación son los principales agentes de cualquier complicación infecciosa. Igualmente, se ha demostrado que los pacientes fumadores o de mayor edad suman puntos para la aparición de una infección.
Es necesaria la limpieza y antisepsia de la herida postoperatoria; para ello, es de gran ayuda el digluconato de clorhexidina en forma de colutorio.
Se antoja, pues, imprescindible, un cuidado específico de la boca para un postoperatorio como el de la extracción de los terceros molares. Es necesaria la limpieza y antisepsia de la herida postoperatoria; para ello, es de gran ayuda el digluconato de clorhexidina en forma de colutorio, así como un cepillado adecuado. Además, este agente antimicrobiano tópico ayudará ante la aparición de otro tipo de complicaciones, tales como la alveolitis seca o infección del alveolo dentario, muy molesta y dolorosa.
Se podría pensar que ante una infección de este tipo un buen remedio pudiera ser un tratamiento con antibióticos. Y así es, su validez una vez se ha diagnosticado la infección es indudable. Sin embargo, su utilización previa a la intervención es cuestionable. Existen estudios contradictorios tanto sobre sus bondades como su inutilidad, a lo que habría que sumar que este tipo de fármacos pueden tener efectos secundarios adversos, por lo que es mejor dejar el antibiótico para casos de riesgo elevado o patologías sistémicas relevantes.
Volviendo a la utilización de antibióticos una vez aparece la infección postoperatoria, es conveniente realizar un test de sensibilidad bacteriana con el objetivo de determinar el antibiótico más recomendable en cada caso. No siempre se realizan esos test y se opta por un tratamiento de amplio espectro con amoxicilina, por ser un antibiótico de buena tolerabilidad. La clindamicina puede ser una alternativa a la amoxicilina en pacientes con hipersensibilidad a la penicilina; además, es más efectivo contra las infecciones odontogénicas, en donde la flora bacteriana es muy compleja, con gran cantidad de cepas productoras de betalactamasas, una enzima responsable de la resistencia de las bacterias a ciertos antibióticos.
Por último, si la infección postoperatoria así lo requiriera, y en conjunción con el tratamiento antibiótico, la cirugía también es una opción terapéutica. El contacto de los tejidos infectados con el oxígeno y la exéresis del tejido de granulación (en el artículo también se habla de eliminación de cuerpos extraños en el alveolo) es una opción para resolver la infección cuando los antibióticos por sí solos no lo han logrado.
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