29 de junio de 2015

Evita la halitosis y mantén tu aliento fresco

El aliento, y concretamente el mal aliento o halitosis, es uno de los problemas que más preocupa a nivel social y tiene su origen tanto en una mala higiene bucal como en posibles patologías bucales o, en menor medida, de otras partes de nuestro cuerpo.
El mantener un aliento fresco y agradable es, pues, tanto un objetivo sanitario como un fin social. Existen varias estrategias para lograrlo, pero para ello hay que comprender el origen de un mal aliento.
Se estima que hasta un 25% de la población se ve afectada por halitosis, aunque hasta un 50% de todos nosotros sufriremos en algún momento de nuestra vida un problema derivado del mal aliento. El mal olor se produce por la descomposición bacteriana de los restos de alimentos que puedan quedar en dientes, encías y saliva. Esa descomposición produce sustancias volátiles como compuestos sulfurados y, especialmente desagradables, compuestos orgánicos como la putrescina y la cadaverina.
Las causas de un mal aliento o halitosis pueden ser tanto patológicas como no patológicas. Éstas últimas son las más comunes y fácilmente tratables. Así pues, para lograr un aliento fresco y agradable se recomienda:
  • Realizar una adecuada higiene bucal diaria, y en especial antes de irnos a dormir, pues durante la noche disminuye la producción de saliva y las bacterias pueden sobrecrecer en exceso. No olvidarse de cepillarse la lengua. Esta parte de la boca acumula una gran cantidad de bacterias y es, tradicionalmente, la gran olvidada de la higiene. Para realizarla de manera adecuada podemos ayudarnos de un limpiador lingual junto a un colutorio que, por medio de gargarismos, podamos alcanzar la parte posterior del dorso lingual donde se acumulan bacterias responsables del mal aliento.
  • Beber mucha agua, y favorece la producción de saliva, que es el agente de limpieza natural más potente para nuestra boca. El uso de chicles sin azúcar, de forma moderada, también favorece la producción de saliva.
  • Evitar hábitos nocivos como el tabaco. Está demostrado que fumar crea un aliento característico que puede perdurar en el tiempo
  • Evitar en lo posible la ingesta de alcohol y cuidar el consumo de ciertos alimentos como la cebolla o el ajo, puesto que ciertos metabolitos que portan los absorbe directamente nuestro cuerpo a nivel gastrointestinal, pasan al torrente sanguíneo, se metabolizan en el hígado y, finalmente, se expulsan por los pulmones y boca con un mal olor característico.
  • Cuidado con las dietas. Curiosamente, los periodos de ayuno, saltarse alguna comida del día o llevar dietas hipocalóricas pueden favorecer la aparición del mal aliento.
Si el mal aliento persiste puede existir alguna causa patológica, como enfermedad periodontal, caries, o incluso enfermedades digestivas o respiratorias. Por ello, se hace imprescindible una visita a nuestro dentista para que realice una completa revisión bucal y, así como nos ofrezca una solución y consejos.


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